Todos nuestros momentos tienden a ser infinitos,
He dicho mil veces que estar juntos vale la pena
Aunque más de una vez me dejaste hecho arena,
Con los sesos humeantes, hirviendo y fritos.
Para la posteridad quedarán estos escritos,
Que son bellos cantos de amor y no de sirena,
¡Créetelos! Son testigos de una libertad plena,
Rebosantes de felicidad, no necesitan de mitos.
Llegar y aparcar en tu corazón es lo que anhelo,
Llevar por siempre tu foto como estandarte,
Y ver cómo día a día esta locura se perfecciona.
Mírame directamente a la cara y sin recelo,
Te has convertido en la única juez y parte,
La felicidad nos agarra y nos convulsiona.
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