Te busco por la calle,
por cada esquina del barrio,
y nunca te veo con nadie,
te has convertido en mi centro,
y mi alma sigue tus pasos,
con algunos calculados retrasos,
suspirando hondamente hacia adentro,
y me sueltas un todavía,
que es el rey de mi melancolía.
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Pido al cielo desde mi soledad,
que tenga a bien concederme
tu alma que es mi felicidad.
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