pero no me quiere amar,
con su guadaña y su hacha,
llena de sangre la mar.
Palabras veloces por un río,
salto mortal sin red,
me llena el alma de frío,
el corazón perece de sed.
Incapaz de regalar un beso,
tiene amordazado su amor,
yo pretendo salir ileso,
almendro florido sin flor.
Hace inviable lo sencillo,
no se pregunta el por qué,
su alma yace sin brillo,
poco a poco perdió su fe.
Da pena la muchacha,
se niega hasta el amar,
ha cogido muy mala racha,
su alma está al fondo del mar.
Pretende malvivir herida,
ocultando alguna cicatriz,
antes brillaba florida,
ahora se ha secado de raíz.
Se debate entre fuego y nieve,
sin saber bien qué hacer,
ya casi ni un dedo mueve,
porque lo que hubo se le fue.
Mi corazón ya es mío,
no se lo quiero dejar,
me lo ha llenado de rocío,
y se me ha vuelto a empapar.
Eso le pasa por cobarde,
por confundir un no por un sí,
porque su sí llegará muy tarde,
porque sí se muere por mí.
Ve como su alma se deshilacha,
llena de lágrimas la mar,
la señora se quedó en muchacha,
en muchacha que no me quiso amar.
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