¡Qué larga es la carretera!
Maldito y cruel desatino,
Este negro destino, del que desespera.
Las vistas son negros peñascales,
Ya no se ven verdes praderas,
Toscos y erosionados riscales,
Sólo existen estas fronteras,
Son las únicas señales.
Al final de cada larga jornada,
En la única compañía de la tristeza,
La almohada queda empapada,
Por lágrimas derramadas con pureza.
Los suspiros son los mercaderes,
De los sueños de color violeta,
Puñeta de realidades y quehaceres,
Hasta que llegan prematuros los albores,
Y los amores se apuntan con escopeta.
Y un único sueño fijado en la mente,
resonando como fuertes latigazos,
Su foto está siempre muy presente,
Está ausente y no se cumplen los plazos,
Para poder amanecer en sus brazos.
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