Duele tener a una persona en el corazón,
sin poder estrujarla entre tus brazos,
duele que la poderosa y fría razón,
no me deje acurrucarme nunca en su regazo.
Duele tener que verla siempre de lejos,
sufriendo por un eterno rechazo,
duele que por intentar tirarle los tejos,
te niegue un penúltimo y dulce abrazo.
Duelen más sus silencios que sus palabras,
Siempre en la espera de que te abra
El corazón, el alma y su persona.
Duelen más las cornadas de su distancia,
Que más de una palabra a veces rancia,
Con las garras afiladas de una leona.
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