el caso es que ella no se entera,
que así, hablando por lo bajito,
su corazón va y me habla a gritos.
Yo sigo con pulso firme y a la espera,
recostando mi mirada en su hombro,
atrincherado dentro de mi trinchera,
desesperado, porque no me conformo.
Las palabras que han de llegar,
son las únicas importantes,
aclararán toda la verdad.
En cuanto llegue ese instante,
cuando ya no halla más salvedad,
al fin, podremos seguir adelante.
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