Cada vez hablamos menos, ya ni nos vemos,
Ahora que la paciencia es mala consejera,
Mi alma es sedentaria, ya no es viajera,
Quiero vivir el idilio que tú y yo sabemos.
Las miradas son infinitamente más rápidas,
Como liebres que huelen de lejos el peligro,
Ahora te quiero a ti, ni me voy ni emigro,
Quiero unas miradas largas y consentidas.
Sin tanto miedo en el cuerpo a lo conocido,
Destapando el tarro de esencia de lo sentido,
Militante convencido de la legión extranjera.
Sin ti el futuro se dibuja demasiado negro
A tu vera es posible cualquier milagro,
Mi escalera me lleva directo a tu frontera.
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