Cuando un anillo de color de luna,
Se agarra a un corazón pendenciero,
El sabio se quita siempre el sombrero,
El necio, al no entender, se inoportuna.
Aunque nos cueste de creer, hay fortuna,
Vivir ya es un prodigio verdadero,
Somos la ceniza del cenicero,
Un verso suelto, un hueso de aceituna.
Perseguimos desliar los acertijos,
Buscándole las vueltas a la vida,
Sin sentir que vivir es más sencillo.
Andamos perdidos en revoltijos,
En buscar una certera medida,
Sin vivir libres como un pajarillo.
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