¡Pardiez! no le abras la puerta,
A ese hombre que es tan negro,
Dejad que vaya en sana paz,
Con su alma de aventurero,
La misma que deja al marchar,
Suave como el terciopelo,
La muerte nos vino a buscar,
Y no nos encontró en cueros,
Sin embargo vamos a ver,
¿Quién es este caballero?,
Que viene en la plena noche,
A dar susto tempranero,
Ya te lo tengo que contar
Pues no puedo retenerlo,
Este caballero es tu paz,
¿Tienes ganas de saberlo?
Te ama, sí, pero de verdad,
Con el pecho descubierto,
Anda y no me preguntes más,
Que lo que te digo es cierto,
cierto como el sol que alumbra,
las tapias del cementerio.
No viene a tez descubierta,
Simplemente tiene miedo,
Por escuchar tu respuesta,
Se le erizan los cabellos,
Cuando te ve por la calle,
Blanco intenso es su moreno,
Le cambia tanto la cara,
Porque no tiene dinero,
Para ofrecerte una vida,
Que no sea la de labriego.
Así cabalga de noche,
Con su negra capa al viento,
Para esconder su reproche,
Mascullando triste aquello
Por lo que tapa su cara,
no deja ver su entrecejo,
así cubre sus vergüenzas,
te ama solo y en silencio.
La noche demasiado larga
El día demasiado serio,
Las horas son muy amargas,
Los minutos muy inquietos,
La fiereza se acumula,
En segundos sempiternos.
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