Ni un mensaje, ni un te quiero… ¡menudo castigo!
Azuzas como nadie los pájaros de mi tormento,
Si algo te digo claro es que yo no miento,
Y que nunca vas a convertirme en tu enemigo.
Mi alma se tiende al raso, no necesita abrigo,
Está haciendo honor a un empeñado juramento,
Ni usa el raciocinio ni tampoco razonamiento,
Tan solo tiene su propia sombra por testigo.
Ahora ya incluso veo lejano que llegue el día,
Mi soledad aprieta encarnizada y severa,
Y hasta mi conciencia ya no es tampoco mía.
No voy a decir que quiero que mi corazón muera,
Pero echo en falta algo de calor y compañía,
De todas las posibles, escogiste la peor manera.
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