Tu ombligo me embelesa y encadena,
por estar tan cerquita de tu rosa,
tus caricias son poesía hecha prosa,
tu sola presencia a mí me envenena.
Mi lujuria es el sudor de tu espalda,
Tus gemidos inundan mis sentidos,
Me encanta pasear debajo tu falda,
Y reírnos juntos y tan divertidos.
Muero tras las huellas de tus zapatos,
Por quitarte poco a poco las medias,
Por quedarme enredado en tu lencería.
Muero porque son muy cortos los ratos,
Tan buenos como las buenas comedias,
Porque tus besos son una cacería.
Muero por unos sentimientos beatos
Que no quieren acabar en tragedias,
Me muero dentro de tu mirada fría.
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