sin asustarnos de algún movimiento,
igual será puertas cerradas y abiertas,
todo tendrá nuestro consentimiento.
Se acabó eso de ir siempre moribundo,
De tener cuidado con lo que nombras,
De estar pendiente de todo el mundo,
De tener que vivir entre las sombras.
Por fin llega la luz del mediodía,
Esa en la que las cosas no son impuestas,
Se acaba de cuajo toda la triste agonía
Podemos caminar con el amor a cuestas.
A veces ha faltado un poco el aliento,
Pensaba que en mis lágrimas me ahogaría,
Triste, frío y gris era mi aposento,
Porque tú eres la única luz de mi día
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