van requemando despacio a quien se ama,
amor fuerte y sano, que ciegamente
sobre dos vidas ocultas se derrama.
Hace ya tiempo que no se entrelazan,
y no existen apasionados besos largos,
los miedos cogen la vida y la atenazan,
dejando los sentimientos en letargos.
Todo por no liarse de una vez la manta,
y reírse de una vez por todas de la vida,
el amor se ahoga en nuestra garganta,
mientras el alma soporta estremecida.
Por únicos testigos tenemos los luceros,
luciérnagas que alumbran oscuridades,
cada vez son más negros los agujeros,
y más impersonales son las ciudades.
Todo es surtidor del que no ha surtido,
ni agua, ni aire ni sol para la siembra,
el corazón por latir ha latido,
cuando ha ido al encuentro de su hembra.
Esta siembra está justo en los arrabales,
en su punto álgido de más loca umbría,
suenan los ecos de músicas nupciales,
los corazones han juntado su melodía.
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