Llueve y estás muy lejos,
mi alma te echa de menos,
es triste hasta el reflejo
de la triste figura en los espejos.
Pero pecho adentro,
los sentimientos son tiernos,
viven en un infierno,
con un abrasador fuego,
que destroza los sueños.
Sabes que estos sentimientos,
van sin dar ningún rodeo,
con la cara descubierta y directos,
con amor en vena verdadero,
es decir, amor del bueno.
Así que ten los ojos abiertos,
porque te tengo en el centro,
y no caben más supuestos,
el único es que te quiero.
Es un placer inmenso,
tener que tocar el cielo,
porque desde este suelo,
puedo decir que me muero,
que me muero por tus huesos.
Mi alma te vigila como un perro,
con ojos ensangrentados y negros,
entre un querer y no puedo,
sin poder pero decidiendo,
que quiero volver a verlos.
Y si por poder me dejas y puedo,
aunque me siga hundiendo,
seguiré soñando con tu cuerpo,
suave como el terciopelo.
¿De verdad no quieres verlo?
Tu amor es lo único que tengo,
a pesar de tantos y tantos peros,
me sobra con este apero,
a la sombra de los luceros,
para esperar a tu amor sincero.
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