Tristes, muy tristes son las penas mías,
Ya no recuerdo tiempos de alegrías,
Y no es que me falle la memoria,
conmigo siempre ha sido muy corta la gloria
de poder estar a tu lado algún día.
Siempre ha sido a base de llantos,
mirando al cielo azul de los Santos,
rogando por lo que, sin duda, merezco,
quedándome pequeñito al aparentar que crezco,
mientras yo mismo me fustigo,
por no poder verte tras tu postigo,
harto de andar con los pies en el suelo,
siendo tan legal que parezco medio lelo,
soñando noche tras noche con tu estrella,
ahogando mi tristeza en el fondo de la botella
que me consume y me hace viejo,
huyendo del tipo que sale en el espejo,
e intentando ponerte alguna querella.
Mi dolor es lo suficiente desconsolado,
Por tanto y tanto amor desperdiciado,
Mi corazón ahora anda perdido,
Perdió el placer de haberte conocido.
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