Con la cabeza llena de canas,
Me recuesto en una cantina,
Porque aún me quedan ganas,
De perseguir todas tus mañanas,
Buscándote por cada esquina.
Tú llenas mi vida de chocolatinas,
Le abres a mi alma las ventanas,
Te amo más de lo que te imaginas,
Pero nunca me dejas propinas,
Ni me permites tocar las campanas.
Me sigo cagando en tus muelas,
Porque sigues demasiado ausente,
Intento volar por donde vuelas,
Tengo que decirte que me desconsuelas.
Aunque te tengo siempre muy presente.
Te persigo por angostas callejuelas,
Aunque te muestras algo prepotente,
Tus sentimientos nunca los desvelas,
Sabes que tenemos las almas gemelas,
Y te empecinas en ir contra corriente.
Ya sabes que nuestra historia
No va a tener nunca remedio,
Que ya cruzamos la línea divisoria,
Dejándonos la euforia de forma notoria,
Llena del más absoluto tedio.
¿Y si tiramos por el camino de en medio?
¿Conseguiremos la victoria?
Creo que el promedio de mi asedio
Nunca ha tenido intermedio,
Y por ello merece tu gloria.
Este amor ya no lo cura ninguna medicina,
Se muere enfermo para mi desgracia,
Su deceso no será de forma repentina,
Y para sacarse la espina de tu inquina,
Luchó con denuedo y con mucha audacia.
Así que no utilices ninguna falacia,
Ven de frente y métete en harina,
No me hace gracia tu falta de perspicacia,
No has de utilizar conmigo la diplomacia,
Al menos despídete de forma fina.
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