que pueden hacer saltar tu cerradura,
pero también tengo claro y lo sabes,
que no voy a cometer ninguna locura.
Tus besos son aterciopelados y suaves,
pero bien conoces cual es mi tortura,
no es que no te quiera, no te trabes,
mis momentos habitan entre la tontura.
Yo tendré las llaves para cuando tú acabes
de ser fuerte, y tengas sobrada hartura,
entonces y solo entonces, con voces graves,
me dirás un adiós estudiado sin premura.
Te quiero, hermana mía, por tus claves,
porque entiendes sin hacer una lectura,
porque sabes curarme al darme los jarabes,
que necesita mi alma triste y oscura.
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