Viendo el culo del coche me sudaban las manos,
El flequillo le acariciaba fugazmente su frente,
Los cabellos pelirrojos se me ponían canos,
De tanto pensar en un amor a contracorriente,
Ambos hicimos unos esfuerzos sobrehumanos,
Por detener aquellos amoríos en pleno torrente,
Abrazados cada uno a la almohada de su cama,
Intentábamos desbriznar el amor de la grama.
28
Ahora que ambos peinamos ya cabellos de plata,
Y que la vida casi no nos sorprende apenas,
las palabras que haces pasar por ingratas,
se me clavan como alfileres en mis venas,
a pesar de ello la pasión se me desata,
y tu presencia tiene la esencia de azucenas.
Así de repente, al verte, alzo un alto vuelo,
Aunque nunca olvido que eres la mujer de hielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario