una fría tarde de Febrero,
la sorpresa se ponía de su lado,
corta e inesperada visita al caballero.
la destartalada esquina de la barra,
sirvió como jergón totalmente a oscuras,
segundos eternos subidos a la parra,
tras semanas duras llegaron las maduras.
la sangre se desbocó en las venas,
el temblor se adueñó de los brazos,
por fin tres minutos de suspiros sin penas,
regados de besos, susurros y abrazos.
La alegría no dura en casa del pobre,
dos caricias y a salir corriendo,
tres besos fugaces para cerrar el sobre,
toda una vida para seguir queriendo.
después de la calma llega la tormenta,
los días felices son cortos y escasos,
nada se parece a lo que se aparenta,
yo sigo loco tras las huellas de sus pasos.
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