las estrellas le hacían el coro,
nunca habían visto tal decoro,
ni una bella cara tan iluminada.
El destello de sus ojos era precioso,
chispeaban como fuegos artificiales,
eran todo menos amores normales,
eran como dos corazones generosos.
Las almas se asomaban a los ventanales,
con la esperanza de ir de la mano juntos,
a construir la historia de nunca jamás.
Historia de amoríos para nada normales,
que se doblan pero siguen rectos como juncos,
iniciando un camino sin marcha atrás.
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