no puedo olvidar que todo lo daría,
por el sueño bajo aquella escalera,
todo por tener tu primavera,
y sigo soñando con el día,
en que juro que no te engañaría,
porque no eres una cualquiera,
¡A veces, qué más quisiera!.
Desde aquello vivo encantado,
te lo digo franco y te confieso,
que ningunos labios me han besado,
que nadie me había enamorado,
así de fuerte, hasta los huesos,
como lo han hecho tus besos,
sobre todo los no dados,
esos son el mayor pecado.
He caído en tu emboscada,
cada día, cada noche y de madrugada,
quiero perderme en tu laberinto,
porque es lo que me pide mi instinto,
al reflejarme en tu mirada.
No me importan los tumbos que voy dando,
solo soy feliz cuando
te puedo abrazar en mis sueños.
Te abrazo en mi almohada, a mi lado,
y me pierdo por los tejados,
como un gato que busca dueño,
maldiciendo tanta amargura,
bendiciendo tanta hermosura.
Te lo he dicho mil veces y sin embargo,
me voy lejos a abrir un hotel,
tan solo te dejo un encargo,
que no te despidas como en francés,
porque juntos seremos felices los dos,
¡que quiero vivir por siempre contigo!
y sabes que tengo claro lo que te digo.
No puedo concentrarme en la oficina,
necesito alguno de tus besos de propina,
tan solo eso, un par de tus besos,
para volar libre como una golondrina.
Y seguiré dando los tumbos que estoy dando,
porque ando loco por ti,
y eres la reina de mis sueños.
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