duermo solo en un frío hotel,
en la cama cierro los ojos y cargo,
con el triste sabor a hiel,
de esta especie de letargo,
en el que habito soñando contigo,
me llamas descerebrado, pero sé lo que digo.
Las horas son interminables en mi oficina,
quisiera ser libre como una golondrina,
pero el que espera se desespera en la escalera,
subiendo y bajando los peldaños del amor.
Te sigo ofreciendo los besos que no te estoy dando,
y contigo sigo soñando mientras tanto,
y continúo queriendo estar a tu lado,
porque te quiero y estoy enamorado,
porque tu presencia es mano de santo.
Cada día que paso sin ti es una locura,
tu sonrisa para mi alma es la mayor dulzura,
el mejor guiso que sale de una cocina,
la mejor melodía escrita por Joaquín Sabina.
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