cuando ando dentro de un tormento,
si te lo pudieses imaginar,
con meridiana claridad,
seguro que me dirías,
que no es culpa mía,
que la vida es así,
simplemente porque si,
que todo principio tiene un final,
y todo final, necesariamente, un principio.
Si llegases a poder comprender la pena
que ahoga con llanto y cadenas,
el no poder oírte cuando quiero,
el no poder verte cuando puedo,
y ver como la vida cada día,
pasa en su lenta agonía,
hasta descansar en el anochecer frío,
en el que todo tu poderío,
se me viene a mi mente
y solo atino a tenerte presente.
En fin, cuando llegue la hora,
si es que llega ese momento,
este corazón que ahora implora,
dejará de un lado el sufrimiento,
y apostará por gozar de tu alegría.
Apostará por ser feliz en tu compañía,
por no dejarte sola ni un instante,
por acompañarte a todas partes,
y demostrarte mi amor a diario,
escrito en todas las hojas del calendario.
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