Cuando mañana doblen las campanas,
y ensordezcan el trino del ruiseñor,
pensarás durante toda la mañana,
si tocan a boda, a muerto, si soy yo.
La duda de tu corazón herido,
te llevará muy cercana a la locura,
por un desamor desabrido y consentido,
que sabes sin remedio, que ya nada lo cura.
El repicar de esas mismas campanas,
harán que te entren enormes ganas,
de volver a mirarme de frente.
El dulce tañer del campanario,
hará que toda tu vida, a diario,
se impregne de éste amor herido de muerte.
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