una se hacía la encontradiza,
la otra al notarlo se paraliza,
ambas se miran con muchas ganas.
Una trepaba y saltaba, arriba y abajo,
la otra nerviosas, reía con estruendo,la primera pensaba y acunaba en su regazo,
el como hacerlo, sin querer, queriendo.
Al final las dos miradas se cruzan,
en corta distancia, un precipicio en medio,el no verse les produce mucho tedio,
por fin se hablan, sueltan aire, rebufan.
Las dos ardillas pasan a la misma rama,
se acarician con el susurro de su mirada,parece que el amor aflora en cada palabra,
se miran y quedan hechizadas, abracadabra.
Se hablan con los ojos, con amor, con miedos,
sus miradas no pueden pasar de furtivas,al desalojo, hablándose con los dedos,
produce una tristeza enorme, fugitiva.
Y otra vez cada uno a su triste madriguera,
esperando momentos oportunos para verse de nuevo,y otra vez una espera larga que desespera,
rezando, pidiendo y pensando: ¡jo, a ver si puedo!
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