su arquillo de Coscorrones, y su Fuente Taza,
Su Virgen de los Dolores, su Semana Santa,
Su Guazalamanco y su Verónica que canta.
Su Campo de la Higuerilla, su Plaza de Abastos,
el bar de Emilio donde se gastaban los cuartos,
su viejo cine, con su patio de butacas
y su gallinero, el "Cercaillo" y sus bares de tapas.
Asomados a
los cortijos, los aperos, las varas y las mantas,
su cruce de caminos, entre Baza y Quesada,
su Pantano de la Bolera y su Salto de Peralta.
La Escorpión y la Génesis, los grupos escolares,
Paco el Sapo, el Confi, eso sí que eran bares,
sin olvidarnos, tampoco, del Tío Cañamonero.
Aunque esté lejos, muy lejos, no me puedo olvidar,
que allí está mi gente y en el Camposanto mis papás,
que aquellos son mis aires, allí crecí en libertad,
que pase lo que pase, por allí volveré a sestear.
El Hoyo de los Pinos, La Cruz de San Gregorio,
Su Guardia Civil, sus Municipales, y su Cementerio.
Su Era Alta, su Era Larga, sus Rajas del Torcal,
el Olimpic, el inicio de
Su Vinatera, sus tartanas, su Barranco, su Reloj,
Su Torre de la Iglesia de la Encarnación,
Su Cañada de Aguas Frías, allí brota, menudo gozo
decir que el Guadalquivir nace en la Sierra del Pozo.
Casas Viejas, la Feria, cabezudos y las cunas,
voladoras, coches eléctricos y el algodón de azúcar
con su Calle el Aire y su Calle Villacarrillo,
Su Barrio Percher, su Era La Carrasca, su Balsa del Tío Lino.
La Loma, la Rambla, Su Nacimiento Viviente de Fontanar,
El Cerro de Jabalcón, su cerro de Cabañas con su alto pico,
Santa Ana, San Isidro, su Molinico, Atalayuela, Chaparral,
los bordos y los cohetes, Las Casas Baratas, Fontanar chico.
Aunque esté lejos, muy lejos, no puedo dejar de pensar,
que soy uno de ellos, que allí ha estado y está mi hogar,
que he corrido por sus calles, y mil veces me he enamorado,
que allí está mi presente, mi futuro y mi pasado.
Cuevas Amarillas, la Mesa, Mirador del Lirio, El Rubial,
parajes preciosos de una tierra con buenas gentes, muy especial,
Su Carrizalejo, su Hoyo de los Almendros, Su Estación,
simplemente pongamos por caso, que hablamos de Pozo Alcón.
A más de ochocientos kilómetros y sin perder la razón,
quiero gritarle al mundo, por derecho y con el corazón,
que mi pueblo es precioso, que es un pueblo bonachón,
que entre un mar de olivos, cada día, se levanta Pozo Alcón.
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