¿Para quién llevas amor verdugo,
un hombro de cristal y otro de olvido?
de la copa de la muerte ya has bebido,
y te acompañaste de un buen mendrugo.
Pensando en ti, siempre madrugo,
porque a esas horas intespectivas,
mi alma ya no te lanza las vivas,
y me prometo que no, que no me arrugo.
Quiero soltar lastre, dejar el yugo,
que tanto oprime a mi corazón,
y decirte que ya no hay, aunque hubo.
Mirarte de frente, sin perder la razón,
pasar a ser el único que sostuvo,
el estar juntos, ¡menuda presión!.
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