Me dices que no te cansas de quererme,
Y que tu deseo para conmigo es ardiente,
Siento muchísimo tener que estar ausente,
No me gusta lo que tengo que perderme.
Ahora ya ni puedo verte ni puedes verme,
No sé por qué nos ocurre este accidente,
Parece que se ha portado mal la serpiente,
No me quedan fuerzas ni para defenderme.
Estoy tan triste que últimamente ni me río,
Más que llorar lo mío es un gran aguacero,
Ni como ni duermo ni sé cómo me sostengo.
Te he entregado todo el amor que era mío,
Ya no me bastan las decenas de “Te quiero”,
La desgracia de mi pesada cruz es lo que tengo.
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