Tus musas nunca te han rodeado,
Siempre eres muy bien ajusticiado,
Porque solo escribes por dinero,
Más bien pareces un titiritero.
Por eso me cago en tus muelas,
No sabes usar candiles ni velas,
dejando el lenguaje peor que estaba,
nadie de tu gente por ti rezaba.
Tus rimas huelen siempre a sobaco,
A la halitosis que provoca el tabaco,
Ya que tu pluma nunca traía,
Lo que sólo tú llamas tu Mester de Clerecía.
La limpieza de tus versos es tan poca,
Que sin llegar a desgranar su cepa,
Los lees y no hay un Dios que sepa
Ni entienda lo que está leyendo su boca.
No sabes distinguir entre verbo y pronombre,
No me lo tomes a mal, hombre,
Al final solo intento decirte noblemente,
Que eres el hazmerreír de mucha gente.
Y si te lo tomas a las bravas,
No puedo decirte que lo siento,
Pues nunca en mi vida aparento,
Esas cosas tuyas tan odiadas.
No puedes negar que usas un verbo barato,
Lo que te convierte en un primordial mentecato
Lo que para ti es tan solo un mal juego,
Te convierte ante tu gente en un ciego,
Creo que ya no me sorprendes, me imagino,
Pues ya no puede haber mayor desatino.
Y que sepas que si me lo preguntaran,
Las verdades serán lo único que me sacaran,
Pues contigo no me unen cadenas,
Y tampoco quiero yo enjugar tus penas.
Así que adiós, ya me voy despidiendo,
Pues mi tiempo, hace rato, lo estoy perdiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario