Parece que nunca te llega un buen día,
Siempre esperas que te llegue el siguiente,
Así es como de pronto y de repente,
Piensas arreglar tu métrica y armonía.
En tu ego guardas esa supremacía,
Lo malo es que solo habita en tu mente,
Tus berrinches son de un adolescente,
Tu poesía es trasnochada, seca y arpía.
Sigues con tus pasos de petulante,
No entiendes que a veces la vida alterna,
Por eso yo no te leo ni te añoro.
Un disturbado caballero andante,
Encerrado sempiterno en caverna,
Caduco e insensible por cada poro.
Mira que tus miras no ven Castilla,
Está ante ti… ¡te leeré la cartilla!
Porque de entre todas tus ilusiones,
Tan plagadas de malas confusiones,
La peor es la única que te da alcance,
Ordeñas esos tinteros preñados de tinta
Pero tus neuronas nunca estarán encinta.
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