Tiene que haber inmensas goteras en el cielo,
Para que nos regalen un par de buenos besos,
Arrebatados y salpimentados con miedo,
Al despiste y veloces pasan esos sucesos.
Limpiando las goteras de un amor precioso,
Y al quite, temblando sobre el albero,
Besos celestiales con aspecto sudoroso,
Temblando en los labios del alma un te quiero.
¡Qué difícil es la agonía diaria de un amorío,
Que transita por los márgenes de un caudaloso río,
Esperando llegar a su remanso en la albufera!
¡Cuántas noches maldiciendo en solitario el hastío,
Con el alma hambrienta en medio del frío,
Soñando a cada segundo con aquella bendita escalera!
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