martes, 2 de agosto de 2011

399 UNA BODA

Escucha la novia dulce y serena
el tañer de las campanas del campanario,
la sangre se le acelera por las venas,
al grito de vivas del vecindario.

Su corona de rosas, su velo blanco,
su corazón henchido por el amor,
el brazo de su padre, a su flanco,
la enaltece y la llena de fervor.

Entra en la iglesia, llena de gente,
suenan las notas del himno nupcial,
se inclinan las cabezas de los fervientes
admiradores de su hermosura sin igual.

El novio la espera en el altar,
le tiemblan las manos y las rodillas,
llena de gozo quiere saltar,
la lágrimas corren por sus mejillas.

El cura reza su sacramento,
la pareja se mira con complicidad
se oyen sollozos, ningún lamento
la iglesia se llena de felicidad.

Llegan los besos y los abrazos,
los parabienes, y los achuchones,
algún recuerdo triste, muy escaso,
el cielo azul se ofrece sin nubarrones.

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