Después de la calma llegó la tormenta,
los sentidos saltaban alborozados de alegría,
los dos sabíamos que venía lo que venía,
amor, desenfreno, locura, nuestra meta.
Relámpagos y vientos y truenos,
lluvias torrenciales de mil colores,
cielos azules y estrellados, muy bellos,
amor y amor, y más amor de mil amores.
Después con templanza llegó la brisa,
con sus caricias, sin arrebatos y sin prisas,
y momentos inertes, quietos y congelados.
Y otra vez tras la tormenta, la calma,
que es capaz de desnudar nuestras almas,
porque sabe que estamos enamorados.
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