ya no para de sangrar la herida,
de a poco se le va yendo la vida,
se le está escapando a borbotones.
Nuestras almas lloran y se despiden,
se encerraron de golpe las ilusiones,
este adiós suena con tristes canciones,
ha llegado la hora de los que deciden.
Una voz serena grita y blasfema
porque no escaparán de la quema,
este par de ilusos corazones.
Se ha parado la voz del poeta,
ya sonaba fúnebre y quieta,
se han adormecido las razones.
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