Tus pupilas le susurran al oído
De mi alma, que florezca en ella la calma,
Ya que aunque no haya podido,
en un futuro estará al lado de tu almohada.
Tus pestañas aletean cual mariposas
en la boca del estómago de mi corazón,
y se convierten en piedras tan preciosas
Que hacen cambiar mi mundo de color.
Y tus cejas más arqueadas que el Arco Iris
Que se entristecen ante mis quejas
De falta de comprensión,
En el fondo de tus ojos, tu iris
Relleno de un castizo color teja,
Me inunda por completo de sosiego y de amor.
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