Y enumerar los calentones sufridos,
Amortiguando amores sin piedad,
Desafiando las leyes de Cupido.
Si los coches tuviesen boca,
Por la que poder decir lo ocurrido,
Seguro que serían mil historias locas,
Y saldríamos o escaldados o bendecidos.
Aquellos paseos nocturnos con música
Lentamente lenta y cariñosa,
Que ponían la piel de gallina,
Aquellos besos atropellados con súplica
De limpiarse los labios con celulosa,
Que te dejaban el sabor de naftalina.
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