I
DESENGAÑADO
Pensaba que debías de ser más ambiciosa
Sobre todo por ese papel bien encarnado,
Ahora te muestras de modo mal abreviado,
En toda tu extensión también guapa y hermosa.
Tu piel es tan suave como pétalos de rosa,
Reina de las nubes en un cielo azulado,
Con la frente marchita y el pelo nevado,
Te ríes de mí como el que no quiere la cosa.
Me dejas palabras huérfanas, llenas de dudas,
Ejerciendo a tope una gran soberbia humana,
A tu alma no soy yo ya quien la sujeta.
De la mañana a la tarde todo me lo mudas,
Me dejas tirado siempre que te viene en gana,
Y vas por la vida de señora seria y discreta.
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