La mujer de hielo ya no me transmite frío,
Ahora me dedica a diario frases hermosas,
¡Fíjate tú cuánto pueden cambiar las cosas!
Al final mereció la pena tanto llanto mío.
Por cabezota y después de tanto porfío,
Las horas ya no son tan largas y lastimosas,
Dan su fruto las esperas grises y silenciosas,
Si tú me dices que te fías, yo también me fío.
Pero así de dura es la vida del amante,
Cuando viviendo en lo gris se entumece,
Esperando por ver si la flauta suena.
Cariacontecido, le va cambiando el semblante,
Mientras su desesperanza crece y crece,
Para poder decir si cabe: “Ha merecido la pena”
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