¡Qué mala suerte la mía!
desde que me inspiraste,
a mi alma le dictaste,
el desamor como poesía.
Y ahora sin alegría,
Aquella que admiraste,
La buscabas pero no la hallaste,
Maldita sea esta sequía.
La vida se pone dura,
el corazón la resiste,
y muere por tu hermosura.
Llegará el día que desiste…
Más solo llegará en la sepultura,
y ya no podré estar triste.
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