Te los roba cuando le viene en gana,
A veces hace como que se cohíbe,
De sus besos y los tuyos es soberana.
Te sorprende con un beso público,
Sin esperarlo, a media mañana,
Con eso te hace aún más súbdito,
Le prometes no verla en una semana.
A plena luz del día y a pleno sol,
Te regala un beso a hora temprana,
le imploras con más ganas su amor,
te mira con ojos de gata y gitana.
Vas a caminar para despejarte un rato,
aprovechas y pasas bajo su ventana,
pedirle agua es un claro alegato,
para poder tenerla algo más cercana.
Así pasan las horas y los días,
Con esa buena paciencia cristiana,
Con rayitos de esperanza y alegría,
Con dolor de cabeza al verla lejana.
Cuando te visita el desasosiego,
¡Menuda es la condición humana!,
Sufres con un aparente desapego,
Hasta que te salva de nuevo la campana.
Entonces te vuelve a guiñar un ojo,
Te saca su lengua tan lozana,
Empieza a reverdecer el rastrojo,
Y revives tu realidad cotidiana.
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