martes, 3 de septiembre de 2013

1243 NO JUEGUES DE FAROL



 
Esta letra nace al amparo de la melodía "La canción mas hermosa del mundo" incluida en el cd de Joaquín Sabina "Dímelo en la calle".

Yo tenía un amor sin control, una sonrisa de seda,
La piel del corazón áspera, ni un duro en la  cartera,
Una “lettera treinta y dos” que escribía siempre con retraso,
Y en el alma un par de lentes gordas, de culo de vaso.

Un corazón anegado en sus lágrimas con tristes cosquillas,
Los sentimientos astillados justo en mitad de las costillas,
Unas ganas tremendas de hacer contigo un mal trato,
Una mirada perdida que perdió sus uñas de gato.

Ya se sabe que el que ama, pierde siempre primero,
Aunque tengas el alma salada de un buen marinero,
No juegues de farol, aunque lleves la sota de copas,
Aún recuerdo aquel vagón donde no te quitaste la ropa.

Estabas escondida en el fondo roído de mi chistera,
A bote pronto te confundí con una morena balsera,
No supe distinguir de aquel otoño ni un triste segundo,
Mi única meta era poder esconderme en tu mundo.

Yo llegué a la vida muy solo, por mi abuela soltera,
Mi único catecismo eran las caderas de una extranjera,
Mi corazón se acostumbró a estar de venta ambulante,
Mi vida es una carrera de fórmula uno, pero sin volante.

La Virgen de la Amargura ahora se ríe de mi desdicha,
Perdí la mano de póker, ya no me queda ni una ficha,
La autopista de mi vida se me escapa de las manos,
Para el amor jamás me mostraron unos malos planos.

Me harté de ser siempre el mismo tonto por ciento,
De esperarte por las esquinas lleno de aburrimiento,
Y ahora dime tú: ¿para qué necesitas un sudario?,
El auténtico lo usaron hace siglos en el Monte Calvario.

Junto al golfo de tu ombligo izaré al final mi bandera,
Treparé desde tus rodillas a esperarte en tu sala de espera,
No tardes en llamarme porque estoy decaído y moribundo,
Como tardes un poco más, entraré en un coma profundo.

No he podido dormir nunca más como un lirón,
Viéndote reflejada en la mar, navegar por mis venas,
Aunque siempre me digas que no, sí que merece la pena,
Observar por encima de tu hombro este loco mundo,
Que me vuelve a tirar una y otra vez fuera de tu futuro.

Tan solo agarrado a tu cuello dejaré de ser trotamundos.

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