Banderillero empeñado en querer
A la mujer idolatrada y equivocada,
No la conoce pero la vio en el tren,
Aquel tren gris que se alejaba.
Se llevaba con ella también su alma,
Con suspiros de fría madrugada,
Noches tenebrosas y negras como el zafiro,
En las que solo transitaba el olvido,
De aquel encuentro fugaz con la desconocida.
Con enormes ganas de pegarse un tiro,
O de decir “Hasta luego Lucas, yo me piro”,
Tras tantas noches desabridas.
Aquel tren nunca paró en mi andén,
Continuó su largo y recto camino con desdén,
Sin importarle tan solo un comino.
Cariacontecido, aferrado a su soledad,
Con poca suerte y menos felicidad,
Ahogando sus penas en ginebra.
Una tensa espera de desesperado,
Esperando aquel tren tan desangelado,
Y ver bajar a quien su alma enhebra.
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