Porque su gavilán volaba sin frenos,
Pensó en todo lo que su vida había sido,
Se sentía muy sola… no era para menos.
Sentía que su corazón estaba herido,
Que tenía que desatar algunos truenos,
Mientras miraba a su polluelo dormido,
Suspiraba suspiros de aquellos buenos.
El palomar era una cárcel dorada,
La vida algo monótono y anodino,
¿La felicidad? Un concepto muy arcaico.
Las cadenas tenían a su alma morada,
Y a pesar de envejecer como un buen vino,
Su corazón se sentía muy libre y laico.
Calella, 25/01/19 – 19:36
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