Me harté de verte fría como el acero,
De ver cómo se consumía mi vida,
Mi alma enamorada a ti bien cosida,
Deja libre a un corazón lisonjero.
Llegó el tiempo de ponerme severo,
De hablar con una palabra ceñida,
La mentira no puede estar teñida
Ni andar envuelta en un aspecto fiero.
Te hablo claro sin afilar mi lengua,
Yo ya no miro lo que estás mirando,
Ando inmerso de lleno en mi mudanza.
De tanto hachazo mi amor me mengua,
Puedes quedarte, si quieres, llorando,
Perdido ya todo, pierdo la esperanza.
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