Bajo su mirada marrón claro y precioso,
una melena rubia al viento ondeando,
se me cruzó un día por destino caprichoso,
desde entonces estoy sin estar, estando.
Las alcahuetas de siempre murmuraban
"está soñando profundamente",
lo más triste de todo: Su corazón lloraba
desconsoladamente.
En sus adentros pensaba
que no había gente mala,
los currantes humildes no merecíamos
ni tan solo el poder merecer.
Si la morena alcahueta mayor del reino
Por una vez se mordiera la lengua,
iría directamente al infierno,
producto de su propio veneno, sin tregua.
Dulce sonrisa, dulce mirar,
corazón de azúcar,
labios de terciopelo, caricias de seda
manos sin igual.
El futuro pintaba negro y duro,
de puro inseguro,
dar un paso al frente imposible,
se acabaría la paz.
Pero al fin pasó
lo que tenía que pasar,
dos caricias, cuatro besos,
un camino hacia el altar.
Una llamada inesperada
hace al alma temblar,
pasos nerviosos,
esa meta no está clara para alcanzar.
Faltaron los repiques de campanas,
Al menos de puertas hacia afuera,
Por dentro apretaban las ganas,
De estar allá donde quisiera.
Sentirse viuda ante el altar,
Fue su peor recompensa,
Llorar pero no de felicidad,
Por tener que pensar lo que piensa.
Esos recodos del alma que nadie entiende,
Te hacen perder la cabeza y la calma,
Los atajos del corazón se retuercen,
Entre sueños y quimeras que no se alcanzan.
Escalofrío que recorre tus venas
Pensando si merece la pena
Fingir hasta la saciedad, moribunda,
Por sentirse culpable sin tener culpa.
Desde entonces van cayendo las primaveras
Como hojas secas del otoño a destiempo,
Ella sabe a quién ama de veras,
También cual es su sitio de momento.
Y así van pasando los días sin otra cosa
Que vivir en su mente su vida color rosa,
Suspirando tras la ventana, tras los cristales,
Abriendo de par en par en su alma los ventanales.