Te has especializado en robarme
los besos que me queman en la boca,
me paso las noches en los bares,
entre copas, subiéndote a los altares,
e imaginando que te estás quitando la ropa.
Esos besos que te empeñas en ahorrarte,
acaban en un cajón escondidos y olvidados,
olvidando un olvido fugaz y pasajero
de un tren que llegó tarde y pasó
de puntillas como un amor traicionero.
Sin embargo mis besos siguen en pie,
esperando que te dignes aceptarlos,
suspirando por que un día después,
no los interpretes como un traspiés,
y los acabes recibiendo y aceptando.
Ando siempre al quite de unos segundos,
que la vida me presenta sin previo aviso,
para poder robarte unos besos azucarados,
y demostrarte que sigo muy enamorado,
porque sigo muy firme en mi compromiso.
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