Tengo el lujo de tener una profesora
A mis taytantos años, lejos de la juventud,
Ella se preocupa, te habla y te asesora,
Y se ríe de las gracias de éste andaluz.
Con sus rizos al viento y su verbo medio,
Consigue comernos el coco con sapiencia,
En sus magistrales clases no hay tedio,
Todo lo contrario, encierra mucha ciencia.
El caso es que se espera con cariño,
Para disfrutar de su saludo, con un guiño,
Que llegue el curso que cada año toca,
Las horas pasan pero no se hacen eternas,
Te deja tomar un café y que estires las piernas,
Para que al final del día, la jornada parezca corta.
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