Es la burra de Don José la ungida,
De día con calzones de marinero,
Viste el cura hecho un cristo, un zorrero
De lengua viperina y descosida.
Echa a los roba naranjas y en su huida,
Se cruzan con Baltasar, su casero,
Van jurando en un claro Hebreo certero,
La fuerte pedregada consabida.
Baltasar vende escobas andrajosas,
Reza junto a los pobres por los ricos.
El cura maldice a los elementos.
El silencio del párroco… ¡qué cosas!
Retumba a tumba abierta por los picos,
Removiendo el cielo con juramentos.
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