Mi corazón anda medio partido,
Por desgracia… por voluntad ajena,
Andaba loco tras de una sirena,
De la que es imposible desasirse.
Tu desdén le provoca consumirse,
Tendido sin más sol en la fría arena,
Moribundo de ansiedad y de pena,
Pero de nada ha de arrepentirse.
Ahora cohabita entre frías soledades,
Se le acabó su infinita paciencia,
El amor se le marchó aunque era eterno.
Se hartó de tus malas medias verdades,
De vivir a caballo de tu ausencia,
Y vive feliz en un puro infierno.
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