Retornamos del monte bien cargados,
Tú de aromas, yo lirios amarillos,
Se nos visten de plata los cardillos
Al dormirse los páramos soleados.
Rosales de campos acristalados,
Reflejos en mi iris como martillos
Punzantes, azulejos y ladrillos
Que visten a los yelmos enlutados.
Los lirios despiden su olor nocturno,
Su fragancia más olorosa y fresca,
Perfumando las almas solitarias.
Fundidos con aspecto taciturno,
Miro tu figura caballeresca,
La grisácea sombra nos hace parias.
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